domingo, octubre 10, 2010

Aire: bajo la luz de la luna.

Escudando su primera visita a la Argentina con la correcta excusa de drenar un sábado a través de la ampliación de la conciencia ecológica, el grupo Air se transformó en la principal fuente sonora del Festival cuyo nombre invitaba a un pobre juego de palabras invitando al tomador: "Aire: bajo la sombra de un árbol". Arboles no había, pero Air dejo bien en claro su estirpe musical. Miles de aves emigrando de la Reserva Ecológica no pueden estar equivocados. 
Cuando el sol ya se había escondido y la fina figura lunar hacía eco en la expectativa del publico, el duo francés compuesto por Nicolas Godin y Jean-Benoit Dunckel dio sus primeros pasos en la fina y ventosa noche porteña.
Amantes de un estilo cuidadoso y una estética refinada, flotando en el limbo audiovisual que se ubica entre lo añejo y lo futurista, la imagen pulcra de su vestuario blanco y negro hacía juego con los sonidos lascivos que salían del preciso set de instrumentos eléctricos y analógicos que fueron desplegando a lo largo del show.
A la izquierda, Jean-Benoit Dunckel con su imagen cuidadosamente desprolija, sensual y de voz aniñada, como si se tratase de la mezcla entre un mini Alain Delon y Peter Pan. Con una impronta conscientemente pop, envuelto entre coquetos arpegios sintetizados y psicodélicos, melodramáticas melodías provenientes del inconfundible sonido de un añejado teclado Rhodes y la fantasia vocal perpetrada con la sensualidad de un vocoder.
Al otro extremo, Nicolas Godin, la otra gran mitad de Air. Igual de estilizado, con los mismos colores, de elegante pañuelo haciendo juego con su barba del mayo francés y motorizado por una soberbia interpretación de su instrumento principal, el bajo con sabor a púa. Coqueteando también con la lúdica utilización de su voz como ícono robotizado, una merecida guitarra acústica ampliaba el rango de sonidos acústicos y un par de sintetizadores como para ser parte del desfile de la paleta de bajos electrónicos. Y en el afán de aglutinar semejanzas, podríamos pensar en que hubiese pasado si Peter Hook (bajista de New Order) hubiese nacido en Versailles y su vida estuviese bajo los patrones de un Bon Vivant.
A la cara visible del grupo se le sumó el ritmo de un baterista, capaz de ser mas preciso que un metrónomo para brindar la vía necesaria para guiar a la psicodelia mas minimal o para ser parte de un groove meloso y popular.
A lo largo de la hora y media de show fueron creando su propio mundo soñado, haciendonos participe de un viaje por una galaxia de sonoridades tan diversas como coquetas y alucinógenas y tomando como base de despegue su mas reciente LP, fueron recorriendo varios sectores de su etérea discografía.
La simple elegancia de canciones como Love y el melodramático llanto melódico de Tropical Desease, una obra maestra fundida en miel y limón, fueron algunos de los representantes de sus ultimas creaciones.
De su subvalorado LP, 10.000 Htz Legend sonaron la acida humorada robotizada de How does it make you feel y la instrumental porción de psicodelia de Radian; la extraterrestre sugerencia psicotrópica de Don't be light y el folk robotico de People in the City.
La suavidad también se hizo presente con la coqueta y entrañable balada europea, Cherry Blossom Girl. Del mismo disco y a puro silbido como riff principal, Alpha Beta Gaga mostró su simpatía al público.
Desde las raíces de Moon Safari llegaron algunos de los momentos álgidos de la noche, con las sublimes interpretaciones de su hit Sexy Boy y su inconfundible linea de bajo, el pop espacial de Remember y la eternamente cool La femme D'argent, entre otras.
El publico, básicamente receptivo, recibió con entusiasmo el ticket de entrada a los distintos paisajes que fueron esparciendo a lo largo de su primera presentación en Argentina. Capaces de recrear interpretaciones simétricas y a semejanza de lo oído previamente en sus discos, como también de darse el apropiado lugar para poder jugar libremente entre las texturas, los arpegios minimalistas y rotativas lineas del mas contundente bajo.
Con poco que decir en la oralidad de su discurso y en coqueteando con el cliché de demostrar amor al público, Air pintó la noche con su amplia paleta de paisajes retrofuturistas , con sus mejores armas: un inconfundible y glamoroso estilo, una deliciosa selección universal de sonidos, memorables melodías, llevandonos al lugar que mas conocen, a medio camino entre el estribillo y la luna.

1 comentario:

Nat dijo...

No se cómo lo hacés, pero me encantaría poder "embotellar" la atmósfera de un lugar en palabras como en tus reseñas.

C'est magnifique.