miércoles, marzo 30, 2005

Como Jesus pero Jaime

Sobre la dulzura que se inclina a nuestro nombre y con nuestras cabezas ordenadas de A a la Z, Jaime es ciego.
Jaime corrió desesperado hacia su madriguera y mientras corría la cortina de la derrota preguntó, vehementemente, a su madre: “Que me hace triste?”.
Al otro día, mas cagado que nunca, fue el feliz creador de un truco que a las mujeres mantuvo en vela hasta altas horas de la noche.
Y fue entonces en que se dio vuelta y renunció a su dosis alimentaría como asno que rebuzna a su libertad.
Pero no fue Jaime el que cerró la puerta sino Tadeo, su mas querido hermano, con quien solía relatar carreras de caballos a los precarios 2 años de edad.
Creció y creció hasta el techo, ya sin tiza posible. Pero sus brazos marcaron el fin de una era, la de Jaime. El ciego Jaime.

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